El objetivo debe ser específico y concreto, sin ambigüedades. Debe ser medible, para poder seguir el progreso y saber si avanzas o retrocedes. Por ejemplo, en lugar de decir "este año voy a hacer ejercicio", es mejor especificar: "este año iré al gimnasio una hora al día, 3 veces por semana".
Además, debe ser alcanzable, es decir, realista según tus recursos, tiempo y capacidades. También debe ser relevante, para mantener la motivación a largo plazo. En el caso del gimnasio, no tiene sentido comprometerte a ir todos los días durante 3 horas si nunca has entrenado, ya que no será sostenible. Es clave saber lo que te motiva emocionalmente y qué esperas lograr.
Finalmente, el objetivo debe tener un límite de tiempo claro. Esto te ayudará a mantener el enfoque. Por ejemplo: "Tengo un mes para adaptar mi cuerpo y mente al gimnasio".